“Nadie me explicó que estaba firmando esto”
Y sin embargo… firmaste un contrato.
📌 Aunque fue en la gasolinera.
📌 O mientras hacías la compra.
📌 O cuando te ofrecieron “una tarjeta con descuentos”.
Porque sí: la tarjeta revolving es un contrato.
Y de los que más caro salen.
La mayoría lo firma pensando que es “una tarjeta más”.
Pero legalmente estás aceptando:
✅ Un crédito
✅ Aplazado
✅ Con condiciones abusivas
✅ Y muchas veces, sin transparencia
💡 El problema no es sólo financiero. Es jurídico.
Porque lo que firmaste se puede revisar, impugnar… y en muchos casos, anular.
Un contrato con:
✅ Intereses del 20% o más
✅ Cuotas pequeñas que no acaban nunca
✅ Condiciones que casi nadie entiende
✅ Y cláusulas que jamás te explicaron
¿Firmaste pensando que era “una ayuda”?
Te entiendo. Pero legalmente, es un crédito aplazado con intereses abusivos.
Y lo que firmaste se puede revisar, impugnar y —en muchos casos— anular.
No hay contratos inocentes cuando afectan tu bolsillo.
Y no, “aceptar con un clic” o “firmar en la caja del súper” no te quita derechos.
Pero sí te exige estar atenta.