Contratar no es rellenar un formulario ni firmar un modelo estándar bajado de internet. Es diseñar una relación jurídica con consecuencias. Y por si había dudas: no, no todos los contratos son iguales. Ni sirven para lo mismo. Ni funcionan bajo las mismas reglas.
Así que, si creías que el contrato era un trámite o que “con ponerlo por escrito basta”, quizá es momento de revisar algunas cosas.
Contratos civiles y mercantiles: no es solo una etiqueta, es una cuestión de contexto
La distinción entre contratos civiles y mercantiles no es caprichosa ni académica. Tiene implicaciones prácticas, empezando por la normativa que los regula, los plazos, las obligaciones, los efectos… y, por supuesto, el nivel de riesgo.
- ¿Civil? Relaciones entre personas físicas o jurídicas en contextos no empresariales. Un préstamo entre particulares, un contrato de arrendamiento, una compraventa de un coche entre vecinos.
- ¿Mercantil? Relaciones entre empresarios o con finalidad claramente comercial. Compraventas de productos, contratos de agencia, distribución, franquicia, prestación de servicios profesionales…
¿Y por qué importa? Porque no es lo mismo resolver un conflicto en un contrato civil (más flexible, más “doméstico”) que en uno mercantil (más técnico, más exigente).
Aquí es donde entramos nosotros
En SBA somos especialistas en contratos civiles y mercantiles. ¿Por qué? Porque toda nuestra práctica gira en torno al Derecho contractual como base: entendemos que detrás de cualquier relación jurídica sólida —ya sea personal, profesional, inmobiliaria o empresarial— hay un buen contrato. Y donde no lo hay… suele haber problemas.
Por eso trabajamos desde el conocimiento profundo de estas dos ramas del Derecho, que se cruzan a diario con nuestras áreas clave:
- Derecho inmobiliario: compraventas, arrendamientos, reservas, promesas, arras…
- Derecho bancario: préstamos, garantías, cláusulas abusivas, ejecuciones…
- Derecho civil general: herencias, reclamaciones, obligaciones entre particulares.
- Asesoramiento y defensa de autónomos y pymes: contratos de prestación de servicios, condiciones generales, impagos, conflictos con clientes y proveedores.
Sí, podemos ayudarte a redactar, revisar o negociar un contrato. Pero también a entender el marco jurídico que lo sostiene. Porque firmar sin estrategia es fácil. Lo difícil es defenderse después.
¿Todos los contratos sirven para todo? Lo siento, pero no.
¿Un contrato de prestación de servicios sirve igual para un fontanero autónomo que para una consultora tecnológica? En absoluto. La estructura puede sonar parecida, pero el contenido y los riesgos cambian. Mucho.
Y aquí viene uno de los grandes errores: el contrato tipo. Esa plantilla estándar que alguien usó en 2017 y que se sigue fotocopiando con fe ciega. Spoiler: un contrato mal adaptado puede ser peor que no tener nada.
¿Conclusión? Un contrato no es un papel. Es una herramienta jurídica.
Y como toda herramienta, hay que saber elegirla, diseñarla y utilizarla.
Por eso nuestro enfoque es claro: usar el Derecho contractual como un escudo preventivo, no como una solución de emergencia.
Porque la diferencia entre un contrato bien hecho y uno “copiado de internet” suele medirse en tiempo, dinero y disgustos.
Así que, si vas a firmar algo importante, párate un momento.
Y si necesitas que alguien se lo lea antes con visión jurídica y mentalidad estratégica… aquí estamos.